Erase una vez un príncipe gilipollas que vivía en palacio para gilipollas , con unos fantásticos trajes azules para gilipollas y la típica carroza que usan todos los príncipes de su calibre . .. Pues bien este gilipollas un día fue a un baile donde concia a una princesa, era una princesa normal de guapa ( ni mucho ni poco ni para comerse el coco , como ya he dicho una princesa normal) tenía un padre rey , requisito sine qua non una no puede ser princesa ,pero aunque fuera una princesa regular también fue una adelantada en su tiempo porque su madre no tenía ningún tipo de enfermedad y por lo tanto seguía viva y ¡ no tenia madrastra!.
Pues bien estos dos, la princesa normal y el príncipe gilipollas, coincidieron en un baile que más tarde se haría famoso porque una subnormal perdió un zapato y se ganó un novio. El acontecimiento se celebró un doce de julio ,en él que entre vuelta y vuelta de la coreografía los dos protagonistas coincidieron y él se enamoró.
Al día siguiente el no la llamó como le había dicho que lo haría , pero a los tres días ella ya tenía un enviado en su corte para decirle de parte del príncipe : “cada vez que me doy la vuelta en la cama o me imagino el mañana me resulta raro sin ti”. Y claro con este mensaje la princesa aflojó estrategia , corazón , y ropa interior.
Pasaron 32 días en la que hubo cenas, botellas de vino, sábanas, canciones , temblores en el estomago, comilonas , películas, fotos, planes, tequieros y besos…
Pero de pronto, en el día 33, el se cansó “ es que ya no era lo mismo” y la princesa lloró y pensó:
“ quiéreme menos pero quiéreme siempre , gilipollas”