martes, 21 de septiembre de 2010

Creo en el amor, y creo en ti. Pero hace tiempo que deje de hacerlo en los dos al mismo tiempo.


Hace poco que me dijiste que tu no creías en el amor eterno.
Desde ese día te odio un poco más porque has conseguido que me lo plantee yo también.
Te odio porque me haces pensar cosas sobre las que yo no quiero pensar, métete en tu cabeza, resuelve tus dudas, y déjame a mi con las mías.
Pero no, si no lo revuelves todo nunca te quedas tranquilo. Tú eres así y así me has traído a mi hasta aquí.
Yo creo en el amor, como quien cree en Dios, porque en algo hay que creer. Yo sigo creyendo en eso de despertarte con ganas de alguien después de 40 años a su lado escuchándole roncar. Creo en el amor, porque cuando pienso en él, al contrario que cuando lo hago en Dios, me siento mucho más viva.
Odio escribir sobre amar, amantes y parejas porque me considero pésima en esto (en el tema de escribir y también en el de amar) pero hace poco que me siento con más poder para juzgarlo. Tal vez, porque lo estoy empezando a conocer más de cerca.
Lo curioso es que ahora no eres tú el que está a mi lado, si no él.
Y tú que no tienes nada que ver, eres el que me plantea estas preguntas.
Egoísta.
Creo en el amor, y creo en ti. Pero hace tiempo que deje de hacerlo en los dos al mismo tiempo. Tú ya no formas parte de esto, de estas dudas, de estos pensamientos. Vete. Deja de salirte con la tuya.
Fuera de aquí.

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